QUERID@ ALUMN@:

Hemos recorrido un largo camino juntos. Durante todo este tiempo, día a día, hora a hora he intentado, lo mejor que he sabido, hacerte aprender a descubrir el valor de sentirte una persona responsable y luchadora, el valor del esfuerzo y la satisfacción de superarte a ti mism@, a encontrar la manera de hacerte valer, respetando y haciéndote respetar; a saber compartir con los demás los buenos (y también los malos) momentos; a descubrir lo mejor de ti y desarrollarlo….

Sé que a veces he sido duro contigo, te he exigido, te he pedido cuentas, te he regañado, te he abierto expediente ante el Tribunal de clase… ¿Crees que lo hice, porque me importaban las notas, las medias o los ítems? Ahora que te vas te cuento un secreto: fui duro contigo, porque quise que aprendieras a ser fuerte, a levantarte, a superarte. Te puse “ítems”, como un reto, siempre abierto, siempre posible, para que supieras que siempre podrás ser capaz, que nunca es tarde.

¿Crees que lo hice porque solo me importaba que fueras responsable con tus deberes o tus estudios? Déjame que te diga otro secreto: quise que fueras responsable con tus obligaciones, porque sé que solo las personas capaces de asumir su responsabilidad en cada momento de la vida, son capaces de asumir la responsabilidad de su propia felicidad. Sé feliz, esa es tu mayor responsabilidad.

Quizá alguna vez no he sabido comprenderte, o te he tratado injustamente. Lo sé. Perdóname, también tu maestro se equivoca y muchas veces.

Alguien me dijo hace poco que la palabra alumno significa “sin luz” (a-lumno). No lo sabía, ni lo sé, pero algo en mi interior me dice que tú eres una estrella con luz propia, solo que tú, quizá aún no lo sabes. Mi misión como maestro ha sido enseñarte a descubrirlo, humedecer la raíz de lo que crece en ti. Sigue explorándote, no te alejes de ti mism@, no te mires solamente en el espejo de los demás, no eres mejor ni peor que los demás. Si algo no te gusta de ti, puedes cambiarlo; si algo sucede fuera de ti que no puedas cambiar, siempre podrás cambiar la manera en que te lo tomes. Eres un ser único y, al mismo tiempo, llevas escrita en tu interior la historia de la Humanidad. Puedes hacerlo, eres libre, ejerce tu libertad sin miedo, no tengas miedo a equivocarte, no tengas miedo a fracasar. Te digo – y te lo digo porque lo sé- que el fracaso y el éxito son dos caras de la misma moneda: la moneda con que la vida paga a quienes tienen el valor de vivirla. Eso sí: usa tu libertad para sacar lo mejor de ti mism@.

Recuerdo el último día de clase. ¡Cómo podría olvidarlo! Quedará para siempre en mi memoria. No podía imaginar que yo fuera tan importante para ti, no podía imaginar que me echases tanto de menos.

¿Sabes? Se me olvidaron tus respuestas incorrectas, tus tareas sin hacer, tus trastadas si es que las hiciste……. Solo recuerdo tu emoción y tu cariño como si se repitiera en este momento… y, recordándolo, ahora que nadie me ve, tengo que levantarme a por un poco de papel higiénico para….. sonarme la nariz, porque la tengo llena de lágrimas. Te digo esto, porque no quería que te fueras sin saber que tu maestro también llora recordándote.

Un millón de besos