TD 3: UNA HISTORIA DE MIEDO


RESUMEN DE UNA HISTORIA DE MIEDO
LA TUMBA TENEBROSA (George F. Was)
(Palabras del texto: 1899)

  Sunny Hathaway  era un niño bajo, enclenque, de rostro muy pálido y aspecto apocado bajo sus redondas gafas. No tenía hermanos y vivía con sus padres en la vieja casa de la pequeña granja que poseían en el pueblo.

No tenía amigos, excepto su perro Flamy, el perro más listo del mundo, que le olía a kilómetros o le oía silbar desde muy lejos y salía a su encuentro cuando volvía del colegio, porque Flamy siempre sabía cuándo era la hora de volver del colegio.

Sunny siempre había sido objeto de burlas y vejaciones por parte de los demás niños. Ya en el parvulario apareció aquel enorme Buzz que siempre lo dejaba sin merienda y lo humillaba delante de la dulce Marian. En su primera escuela estaba John Lassiter, un niño despiadado y abusón que le hacía la vida imposible y ahora Hank, Larry y William, tres energúmenos que disfrutaban ridiculizándolo, haciendo de él el centro de sus pérfidas crueldades y convirtiendo su autoestima en una piltrafa.

El odio que les tenía no era nada comparado con el sentimiento de miedo y cobardía que nacía de él mismo. Ya no tenía orgullo y recordaba con tristeza las palabras que su abuelo le repetía tantas veces antes de morir:

-El orgullo, Sunny, el orgullo es lo que cuenta. Puedes ser pobre, rico, listo o incluso tonto, pero solo el orgullo te hará feliz y caminar con la cabeza alta. Con orgullo los demás te respetarán...

Pero él se veía cobarde, estúpido, infeliz, un ser anodino, que pasaba desapercibido por la vida; desapercibido para todos, excepto para sus torturadores.

Aquella mañana, Hank, Larry y Williams, a base de coacciones, lo habían dejado fuera cuando se cerró la puerta del colegio y ahora se encontraba en el despacho de la directora, la señora Mulhoney:

-Es la quinta vez en este mes que llegas tarde y siempre es cosa de un minuto. ¿No tendrán algo que ver Hank Martin, Larry Jones y Williams Hackershack en todo esto, verdad? Porque estaba asomada a la ventana y me pareció que ellos te impedían llegar a tiempo...

-No, de verdad.... ¡no!. He sido yo. Me he... distraído

Sunny estaba asustado. Si ellos llegaran a saber que los había delatado lo masacrarían por chivato y por gallina...

La directora se dio cuenta de su azoramiento, su ansiedad y su respiración agitada, así que lo dejó marchar, no sin antes decirle:

-Tarde o temprano las personas tenemos que pararnos y luchar por nosotros mismos. El daño que podamos recibir siempre es menor que el daño que sentiremos si no hacemos nada. ¿Entiendes? Y ahora, vete a clase muchacho.

A la salida del colegio cuando iba llegando a su casa se detuvo extrañado de que Flamy no saliera a recibirle como siempre... en su lugar estaban Hank, Larry y Williams...

-Es un buen perro .. le pregunté si quería quedarse conmigo y me contestó: “No, quiero a mi amo, aunque sea un cobarde” –dijo Williams poniendo voz de mequetrefe al imitar al perro- Yo le dije: “Oh, no, no es un cobarde. Ya verás como para recuperarte hace algo grande”

-Haré lo que sea por Flamy –dijo Sunny acabando con las imitaciones de vocecilla atiplada de Williams...
-Esta noche, Sunny, te esperamos en el cementerio después de cenar... No faltes o no volverás a ver a tu perro..

Después de la cena fingió que se iba a dormir temprano a su cuarto y salió por la ventana. Recorrió el tortuoso sendero que descendía hasta el lúgubre valle de la muerte, como así lo llamaban en el pueblo. Temía a cada paso encontrarse a sus enemigos agazapados para darle un susto. Pero no fue así y solo cerca de la entrada al cementerio percibió la luz de sus linternas. Al acercarse vio que tenían a su perro atado a un árbol.

Dadme a mi perro –exigió

-¿Estás dispuesto a hacer lo que sea por tu perro? –dijo Larry

-Si –dijo con apenas un hilillo de voz.

Los tres energúmenos se echaron a reír y fue Hank el que dijo:

-Bueno, valiente, pues no tienes más que entrar en la tumba de la vieja Jill, coger su anillo y salir. Nada más. Solo eso. Vamos, Sunny, no querrás defraudarnos, ¿verdad?

-No puedo hacerlo...

-Rómpele una pata al perro, Williams... Tiene cuatro, cuatro oportunidades que tienes –dijo Hank.

-Y la cola, cinco, se burló Williams...¡jajajajaja!

Sunny trató de forcejear con ellos para recuperar a su perro, pero bastó un empujón de Williams para hacerlo caer por el suelo. Así que empezó a andar mientras los otros se burlaban desde la entrada... tropezó y fue a caer frente a una lápida. Cuando enfocó la linterna pudo leer  Sassafras McGovern Hataway...

¡Abuelo! –susurró

-Orgullo, Sunny, ten orgullo –creyó oir su voz

Apretó los dientes y se dirigió al mausoleo de la bruja. La tumba de la vieja Jill, la bruja del pueblo, estaba en el mismo centro del cementerio y era casi un palacio de mármol...En la puerta podía leerse: “La muerte no es el fin, es el comienzo. La eternidad es la vida”  Y a ambos lados, las esculturas de dos elefantes con cabeza de tigre y ojos felinos que parecían mirarlo. Sintió que se le doblaban las piernas y su corazón dejaba de latir...

Al apoyarse en la puerta del panteón, esta se abrió sin esfuerzo ni ruido, permitiendo ver una escalinata que descendía al subsuelo...Apenas comenzó a bajar los catorce peldaños, la puerta se cerró suavemente, la linterna se le cayó por las escaleras y se apagó...estaba atrapado y en la más completa oscuridad. Nunca lo sacarían de allí –pensó- aquellos tres no dirían nada a nadie y cuando lo dijeran él ya estaría muerto.

Por puro instinto de supervivencia bajó a buscar la linterna, la encontró y, al encenderla, pudo ver una gran sala redonda y un ataúd de madera en el centro. La linterna comenzaba a quedarse sin pilas y, a la desesperada, pensó que quizá si el anillo de la bruja fuera mágico, lo sacaría de allí.

Haciendo acopio de valor, tiró de la tapadera del ataúd y esta subió mansamente como si no pesara nada. Cerró los ojos, no quería ver lo que había dentro, alargó la mano... pero dentro no había nada. ¡El ataúd estaba vacío!

En ese momento la linterna se apagó definitivamente y, justo a su espalda, oyó una voz:

-Bienvenido, Sunny Hathaway.

A continuación una palmada y... se hizo la luz. A dos metros de él estaba, de pie, la vieja Jill que lo llamaba por su nombre. Tenía miles de arrugas, pero no estaba muerta. Le contó que vivía allí para escapar de las habladurías de la gente. Pero adivinó la razón por la que Sunny estaba allí y quienes lo habían enviado.

-Tienen a mi perro y han amenazado con hacerle daño si no les llevo algo... tu anillo.

-¿Así que es esto lo que quieres -dijo extendiendo su mano izquierda en cuyo dedo meñique  brillaba un murciélago de plata, que extendió sus alas como si fuera a volar - Póntelo, dales una lección a esos tres idiotas y, después, regresa. El anillo tiene poderes y nadie que lo lleve puede sufrir daño alguno... el anillo te hace inmune.

La vieja Jill acompañó a Sunny hasta la escalinata. Dio tres palmadas y la puerta del panteón se abrió.

-Mañana me lo traes, no hace falta que entres para devolvérmelo. Déjalo en la entrada.

Recorrió el cementerio a toda pastilla, pero sin sentir miedo. Pasó junto a la tumba de su abuelo y le guiñó un ojo. Siguió corriendo y al saltar sobre una tumba tropezó, pero cuando iba a caer extendió los brazos y...de pronto se vio suspendido en el aire. En el extremo de su mano extendida el murciélago del anillo tenía las alas abiertas. Flexionó el brazo y, mientras el murciélago cerraba sus alas, él iba bajando suavemente hasta el suelo.
Salió fuera en busca de los tres que ya se iban. Quisieron quitarle el anillo, pero no pudieron y él se negó a dárselo. Extendió su mano y una tormenta empezó a caer sobre los tres chicos. Flamy se soltó de la cuerda y echó a correr sobre su amo, mientras los energúmenos huían corriendo. Por primera vez le habían mirado con respeto, como si no lo conocieran.

Al día siguiente todo resultó prodigioso: Williams le quiso partir la cara y casi se rompe la mano contra una especie de cristal invisible que protegía su cabeza; el profesor de matemáticas le sacó a la pizarra y resolvió un dificilísimo problema en menos de un minuto; y, lo mejor de todo, se encontró con los otros dos y, cuando intentaron intimidarle, les dijo tranquilamente:

-Williams es un animal, Larry un cretino y tú un bocazas.

-Y tú eres un idiota con la cara a punto de ser rota –amenazó Larry

-Y la nariz aplastada –remató Hank
-Más bien eres tú quien tiene la cara rota y tú la nariz aplastada...

Y, apenas dijo estas palabras, Hank empezó a sangrar por la nariz y Larry cayó aplastado al suelo sin poderse levantar. Muertos de miedo le pidieron ayuda y Sunny, tras hacerles prometer que no le molestarían más, se dio media vuelta y se fue. Los otros dos recuperaron su estado anterior.

Tanta era su seguridad y su orgullo que pensó en quedarse el anillo y no devolverlo. Pero su perro ya no se acercaba a él y, cuando su padre llegó irritado diciendo que ojalá le diese un infarto a su jefe, le dio realmente el infarto con solo que Sunny lo pensara. Estas cosas empezaron a preocuparle.

Decidió volver al cementerio y devolver el anillo aquella misma noche. Llegó al mausoleo, abrió la puerta y descendió las escaleras hasta el ataúd, pero Jill no aparecía; dio una palmada y otra, pero la luz no se encendía; ordenó que se hiciera la luz, pero nada, aunque llevara el anillo; quiso salir fuera, pero la puerta no se abría... comprendió que estaba prisionero en la tumba de la bruja y el terror lo colapsó.

Bajó de nuevo:

-¡¡Jill!! tenía que haberte devuelto el anillo. ¡Mira, ya no lo llevo! –dijo quitándoselo...

Entonces abrió el ataúd. Allí estaba Jill, pero ahora era una calavera con las ropas podridas y el espantoso aspecto de la muerte.

-¡Aaaaaaah! –gritó con todas sus fuerzas y se le cayó la linterna...

Retrocedió y en la oscuridad sintió el anillo bajo sus pies. Lo cogió y, venciendo el asco y el terror, metió la mano dentro de la caja, buscando los huesos de la del cadáver. Por un momento pensó que Jill le agarraría la mano sin dejarlo escapar, pero no fue así y, entonces, despacio, con cuidado le puso el anillo sobre el hueso. La linterna se volvió a encender, la tapa del ataúd empezó a cerrarse y él subió en un suspiro los catorce escalones, antes de que la puerta del mausoleo que estaba entreabierta se volviera a cerrar.

Desde aquel día todos le trataron con respeto. Williams, Hank y Larry se disculparon con él y le ofrecieron su amistad; todo el mundo era encantador y sobre todo él, él se sentía diferente. Diferente y bien. Lo sucedido había sido increíble, alucinante, extraordinario, no sabía muy bien qué había pasado, pero no pensaba volver jamás a menos de un metro del panteón de la bruja.

ACTIVIDADES DE COMPRENSIÓN LECTORA

PREGUNTAS
1.- ¿Por qué Sunny ya no tenía orgullo?
2.- ¿Creyó la directora a Sunny cuando dijo que se había distraído? ¿Qué pensó ella?
3.- ¿Por qué se quedó a oscuras la primera vez que entró en el panteón de Jill?
4.- ¿Por qué razón le contó Jill que vivía en una tumba?
5.- ¿Por qué motivo Sunny pensó no devolver el anillo?
6.- ¿Qué dos hechos le convencieron de que tenía que devolverlo?

VOCABULARIO
Copia las siguientes oraciones, sustituyendo por sinónimos las palabras subrayadas o explicando su significado. (puede que tengas que cambiar algunas palabras)

Los exámenes de matemáticas intimidan a muchos estudiantes.
Someter a una persona a vejaciones es una conducta pérfida propia de energúmenos.

Un camino tortuoso y oscuro resulta lúgubre.

El chaval se encontraba azorado por las coacciones sufridas.

SÍNTESIS
Resume el bloque temático que se podría titular: “El increíble poder del anillo”

TD 6 ACOSO ESCOLAR


CONTRA EL ACOSO ESCOLAR
“TÚ, NO”
Palabras del texto: 1345
La hora del recreo. La mejor hora de la jornada escolar. Para todos, excepto para él. La maestra mantuvo más o menos el orden de la fila hasta que cruzaron la puerta del patio. Entonces, salieron en desbandada. Hoy la pelota la había sacado Manuel, pero era igual cuando la llevaba Kevin. Sin embargo, como todos los días, albergando una pequeña esperanza, se acercó al dueño de la pelota y se sumó al círculo que lo rodeaba. Con el balón bien sujeto entre el cuerpo y el brazo izquierdo, Manuel fue señalando a sus compañeros:
-Tú juegas, tú juegas, tú juegas....Tú, no.

Abatido, triste, con ganas de llorar, se fue al árbol. Mientras miraba cómo las hormigas subían y bajaban en dos columnas por su tronco, oía las carreras, los gritos, los lamentos, los pelotazos, las risas, las fanfarronadas, las discusiones…. Se tocó el colmillo. Ya faltaba poco para que se le cayera. ¿Qué le traería en esta ocasión el Ratoncito Pérez? Sus amigos ya no querían jugar con él. ¿Por qué? No había hecho nada. Todo había empezado a la vuelta de las vacaciones de Semana Santa. Manuel no le había dejado jugar el partido: “Tú, no”. Al día siguiente, Kevin había hecho lo mismo. Llevaba así tres semanas. Manuel, además, le había empujado un día y le había tirado por las escaleras. Menos mal que había caído bien, porque él sabía caer como un gato.

Manuel y su mejor amigo, Pipita (¿por qué le llamaban Pipita si era el más grandullón de la clase?), le decían, cuando la maestra no estaba delante, que le iban a tirar a un pozo, que le iban a disparar con la pistola de su padre, que le iban a matar. En el comedor, le habían forzado a comerse la ración de pescado que Manuel no quería. Se reían de él: decían que tenía las orejas muy grandes, que se le caía el pantalón, que su camiseta de Spiderman era falsa. ¿Cómo podía ser falsa una camiseta? Ahora se veía obligado a jugar solo. Y en el comedor, y en gimnasia, y en los recreos y los cambios de clase, tenía que estar alerta. Le gustaría ser más fuerte, pero a Pipita apenas le llegaba a la barbilla.

Él no iba a chivarse. Miró hacia la maestra. Hablaba con otra profesora. No se enteraba de lo que estaba pasando. A lo mejor se creía que a él le gustaba estar solo, jugar solo, ver sólo cómo las hormigas diminutas, rojizas, todas iguales, disciplinadas, subían y bajaban por el tronco de la morera, como un collar en movimiento. A lo mejor pensaba que a él no le gustaba jugar al fútbol. Pero claro que le gustaba. Le encantaba. Y también le gustaba ver los partidos de su equipo cuando los televisaban, con su padre y con su hermano.

Samuel no le había invitado a su cumpleaños. Había invitado a ocho niños de la clase, pero a él, no. El año pasado sí le había invitado. Con el dedo apartó de su camino a un par de hormigas. La que venía detrás se paró un segundo, desconcertada. Las que había desviado anduvieron desorientadas por la corteza del árbol. Pronto encontraron el camino y todo volvió a la normalidad. Eso era lo que él quería: que todo volviera a ser como antes.

Quedaban aún veinte minutos para que acabara el recreo. Una eternidad. Dio una patada a una piedrecita, intentando que pasara entre el tronco de la morera y un envoltorio de chicle. ¡¡Gool!! Estaba celebrando el tanto imaginario, cuando oyó que alguien se acercaba. Se volvió. eran Pipita y Manuel.
-A lo mejor te has quedado con hambre -se burló Manuel.
-Lo malo es que aquí no hay más pescado  -dijo Pipita.
Buscó con la mirada a las profesoras. No estaban. Pipita le agarró por la espalda, sujetándole los brazos, y lo derribó. Luchó por soltarse, sin conseguirlo. Humillado, impotente, tuvo ganas de llorar.
Manuel cogió un puñado de arena e intentó obligarle a que lo tragara.
-Toma, come, come, que está muy rica...
Apretó los dientes. Manuel le hizo daño en los labios, y algo de arena llegó a su lengua. De pronto, le soltaron y salieron corriendo. Habían vuelto las profesoras. Se levantó, limpiándose la boca. Escupió. Se escondió detrás del tronco de la morera y se esforzó por no llorar. Lo consiguió.

Después fue hacia la parte del patio en la que había un tobogán y unos columpios. Se subió al tobogan y se tiró por la rampa. Vio que venía hacia él Ramón, un niño muy delgado, con la cara afilada, el pelo de color paja, ni alto ni bajo. No eran muy amigos, aunque tampoco le caía mal.
-Oye...¿es verdad que en tu casa hay monstruos?
Se alegró de que Ramón hablara con él, de que alguien se acercara para hacerle compañía.
-Sí, el monstruo del armario, y el monstruo de las garras, y el monstruo de debajo de la alfombra –enumeró y concluyó tras una corta reflexión-: y muchos más.
Habían aparecido hacía una semana. No sabía de dónde venían.
-¿Y los has visto? –continuó Ramón
-No, cuando enciendes la luz, desaparecen.
-Pues en mi casa creo que también hay un monstruo. Pero pienso que es bueno, porque nunca me ha hecho nada.
-Es que hay monstruos buenos –aseguró él-. También los hay malos. ¿Ya no juegas con ellos? –le espetó él cambiando bruscamente de conversación y señalando hacia sus compañeros, que chillaban y corrían tras la pelota.
-No –dijo Ramón frunciendo el ceño enfadado-. Manuel es tonto – afirmó despectivo-. Si su equipo tira alto, él dice que ha sido gol, y si le dices que no, dice que se lleva el balón y que se acaba el partido.
-La maestra dice que el balón es para que juguemos todos –observó él.

-Ya –dijo Ramón, no muy convencido-. ¡Mira! –añadió repentinamente animado. Abrió la boca para que le viera los dientes-. Se me ha caído esta mañana.
Tenía, entre los de abajo, un hueco.
-¿Lo has guardado? –preguntó él muy interesado.
-Claro. Siempre los guardo.
Ramón sacó de un bolsillo del pantalón un pequeño diente, que puso en la palma de su mano. Blanco, manchado de sangre. Lo miró con grave atención.
-¿Lo vas a poner en la almohada?
-Sí, para la sorpresas –contestó Ramón, devolviendo el pequeño tesoro al bolsillo.
-Mira, a mí se me está moviendo uno –con el pulgar y el índice, movió adelante y atrás el colmillo que estaba a punto de caerse.
-¿Me dejas tocarlo?
-Sí
Abrió la boca.  Se tocó el colmillo con la yema de un dedo.
-Éste, ¿lo ves?
Ramón lo movió.
-Este se cae hoy o mañana. –dijo Ramón con seguridad de experto
-Sí.

-¿Jugamos a algo?
Ramón tenía dos soldados de plástico. Con la arena hicieron una barricada. Imaginaron que estaban en el desierto y que tenían que encontrar agua para no morir de sed. Imaginaron que unos soldados enemigos, mucho más numerosos, los atacaban con ametralladoras y granadas de mano. Imaginaron que uno caía herido y el otro lo cargaba sobre sus hombros y lo sacaba de aquel avispero. El tiempo de recreo que quedaba se les pasó muy rápido.
-Oye –le dijo Ramón-, ¿quieres que juguemos mañana?
-Sí –dijo él-. Yo puedo traer dos soldados.

Se unieron a la fila. Pipita llegó corriendo y lo empujó. Sin querer, por el impulso, él empujó a su vez a Ramón. Las dos niñas que iban delante de la fila se volvieron, desconcertadas por aquella imprevista agitación. Sin pensarlo, le dio un manotazo en el hombro a Pipita. Pipita dio un paso hacia él, desafiante. Manuel llegó en ese momento con el balón. Los cuatro se miraron.
-Si vuelves a jugar con él, a tí tampoco te dejo jugar al fútbol –dijo Manuel.
-Es que yo ya no quiero jugar con tu pelota –respondió Ramón.
La fila pronto recuperó el orden, volvió a la normalidad y comenzó a avanzar. Ya no estaba tan seguro de querer que todo volviera a ser como antes.
Martín Carriego


ACTIVIDADES

A).- PREGUNTAS
Copia en tu cuaderno y responde las siguientes preguntas:

1.- ¿Con qué palabras empieza y con cuáles acaba el bloque temático que podría subtitularse: “El niño intrenta distraerse para no pensar, pero no puede evitar los recuerdos”

2.- ¿Qué opinas del comportamiento de Manuel? ¿Por qué crees que hace eso?

3.- En el texto no aparece el nombre del protagonista. ¿Crees que el autor lo hace intencionadamente? ¿Para qué?

4.- ¿Crees que algunos compañeros tuyos se comportan de forma parecida? ¿Por qué crees que lo hacen?

5.- ¿Piensas que el protagonista debería haberse chivado? ¿Para qué crees que hubiera servido si lo hubiera hecho?

6.- ¿Por qué crees que Samuel no le había invitado a su cumpleaños este curso

7.- ¿Qué opinas del comportamiento de las profesoras? ¿Qué crees que deberían haber hecho?

8.- ¿Qué opinión te merece la actitud de Ramón? ¿Por qué?

9.- ¿Crees que Ramón y el protagonista se harán amigos? ¿Por qué?

10.- ¿Piensas que Manuel, con el tiempo, seguirá teniendo más amigos o menos amigos? ¿Por qué?




B) VOCABULARIO
Copia en tu cuaderno las palabras enlazadas y sustitúyelas por sinónimos, o bien, explícalas en su contexto y con tus propias palabras:
Por ejemplo, barricada: hicieron una barrera de arena.

C) RESUMEN
Escribe un subtítulo para cada uno de los párrafos del texto.

TD 2 BIOGRAFÍA DE MIGUEL HERNÁNDEZ




BIOGRAFÍA DE MIGUEL HERNÁNDEZ
(palabras del texto Biográfico : 756 )
El 30 de Octubre de 1.910, nace en Orihuela (Alicante) el segundo hijo varón de una familia dedicada a la cría de ganado. Desde muy temprana edad aprende el oficio de pastor de su hermano Vicente, simultaneando el pastoreo de cabras con los estudios en la escuela. Los jesuitas del colegio de Santo Domingo de Orihuela, donde ha estudiado Bachillerato, le proponen para una beca con la que poder continuar estudiando, pero su padre le necesita para ayudar a mantener a su familia en grave crisis económica, por lo que, a la edad de 15 años, tiene que abandonar sus estudios para dedicarse exclusivamente al pastoreo.
Sin embargo, Miguel no desiste de su interés por la lectura y el estudio y, mientras cuida el rebaño, no deja de leer con avidez libros de Derecho y Literatura, que le presta el canónigo Luis Almarcha. En esta época empieza a escribir sus primeros poemas, que son publicados por la prensa local y provincial. Su principal fuente de inspiración es el entorno en el que vive: la huerta, su patio, la montaña, las cabras, el pastoreo, el río…. Miguel aprovecha cualquier ocasión para escribir. Incluso tiene que esconderse de su padre, a quien le molesta esa afición poética de su hijo.
Con otros jóvenes de Orihuela organiza un grupo literario, que se reúne, al acabar su jornada de trabajo, en la tahona de su amigo Carlos Fenoll. Entre estos jóvenes se encuentra José Marín Gutiérrez, que posteriormente adoptará el seudónimo de “Ramon Sijé” y, a cuya temprana muerte, dedicará Miguel su célebre “Elegía”
A partir de este momento, los libros serán su principal fuente de educación, convirtiéndose en una persona totalmente autodidacta. Los grandes autores del Siglo de OroMiguel de CervantesLope de VegaPedro Calderón de la BarcaGarcilaso de la Vega y, sobre todo, Luis de Góngora, se convertirán en sus principales maestros.

Se traslada a Madrid, donde trabaja de redactor de la Enciclopedia “Los toros”; colabora con asiduidad en la “Revista de Occidente” y hace amistad con Vicente Aleixandre y Pablo Neruda. Su poesía adquiere un contenido cada vez más social, en defensa de los más pobres y manifiesta a las claras un compromiso político con las ideas republicanas.
Al estallar la Guerra Civil en España, Miguel Hernández se incorpora al Ejército Popular de la República, participando en distintos frentes de batalla, como soldado y como poeta. En plena guerra, logra escapar brevemente a Orihuela para casarse el 9 de marzo de 1937 con Josefina Manresa. A los pocos días tiene que marchar de nuevo al frente de Jaén, viajando poco más tarde a la Unión Soviética como Comisario de Cultura del gobierno de la República Española.
Ya de regreso a España, en diciembre de 1.937, nace su primer hijo, Manuel Ramón, que morirá a los diez meses y a quien está dedicado, entre otros, el poema “Hijo de la luz y de la sombra”. En enero de 1939 nace el segundo, Manuel Miguel, a quien dedicó las famosas “Nanas de la cebolla”.
Concluida la guerra, tras varias vicisitudes, Miguel vuelve a Orihuela, donde es delatado y detenido. Se le traslada a Madrid, donde es juzgado y condenado a muerte en marzo de 1940. Gracias a la intercesión de algunos intelectuales y religiosos, amigos suyos, entre ellos Luis Almarcha Hernández, (el canónigo que le dejaba libros de su biblioteca), se le conmuta la pena de muerte por la de 30 años de cárcel.
De cárcel en cárcel, es trasladado en 1941 al Reformatorio de Adultos de Alicante, donde comparte celda con Buero Vallejo. Allí enferma, primero de bronquitis y luego de tifus, que se le complica con tuberculosis. Fallece en la enfermería de la prisión alicantina a las 5:32 de la mañana del 28 de marzo de 1942, con tan sólo 31 años de edad. Sus restos mortales reposan en el cementerio Nuestra señora del Remedio en Alicante, junto a los de su mujer Josefina Manresa y su hijo.
Miguel Hernández nos dejó libros de poesía: “Perito en lunas” (1933) , “El rayo que no cesa” (1936), “Viento del pueblo” (1937). También escribió obras de teatro: “Quién te ha visto y quién te ve y sombra de lo que eras” (1934) “El labrador de más aire” (1937) “Teatro en la guerra” (1937)
Al cumplirse el centenario del nacimiento de Miguel Hernández, la Fundación que lleva su nombre, junto con el Ayuntamiento de Orihuela y la Genralitat valenciana, organizan actos en todo el mundo, tales como recitales poéticos, conferencias, exposiciones y concursos literarios, para conmemorar dicho acontecimiento.



DOS POEMAS DE MIGUEL HERNÁNDEZ

NANAS DE LA CEBOLLA
Cuando Josefina envía a la cárcel de Torrijos de Madrid una foto de su hijo con siete meses y le dice que tiene que alimentarse de pan y cebolla hervida, Miguel le contesta:

"No pasa un momento sin que lo mire y me ría, por muy serio que me encuentre, viendo esa risa tan hermosa que le sale delante de los cortinones y encima del catafalco ese en que está sentado. Esa risa suya es mi mejor compañía aquí y cuanto más la miro más encuentro que se parece a la tuya. Y los ojos, y las cejas y la cara entera. Este hijo nuestro, por quien no debes perder el ánimo y la confianza en esta vida, es más tuyo que mío..."

"Estos días me los he pasado cavilando sobre tu situación, cada día más difícil. El olor de la cebolla que comes me llega hasta aquí, y mi niño se sentirá indignado de mamar y sacar zumo de cebolla en vez de leche. Para que lo consueles, te mando esas coplillas que le he hecho, ya que aquí no hay para mí otro quehacer que escribiros a vosotros o desesperarme"
La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.

En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.
.
Una mujer morena
resuelta en luna
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te traigo la luna
cuando es preciso.

Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en tus ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que mi alma al oírte
bata el espacio.

Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.

Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.

La carne aleteante,
súbito el párpado,
el vivir como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!

Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.

Ser de vuelo tan alto,
tan extendido,
que tu carne es el cielo
recién nacido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!

Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.

Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.

Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.

EL NIÑO YUNTERO



Con este poema, Miguel evoca en cada niño trabajador su propia tragedia de adolescente cabrero que arrea su ganado, saludando a los compañeros que realizan los estudios que él ha tenido que abandonar:

"Han pasado mis ojos por los pueblos de España: ¿qué han visto? Junto a los hombres tristes y gastados de trabajar y mal comer, los niños yunteros, mineros, herreros, albañiles, ferozmente contagiados por el gesto de sus padres: los niños con cara de ancianos y ojos de desgracia."

Carne de yugo, ha nacido
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.

Nace, como la herramienta,

a los golpes destinado,

de una tierra descontenta

y un insatisfecho arado.

Entre estiércol puro y vivo

de vacas, trae a la vida

un alma color de olivo,

vieja ya y encallecida.

Empieza a sentir, y siente

la vida como una guerra,

y a dar fatigosamente
en los huesos de la tierra.

Contar sus años no sabe,
y ya sabe que el sudor

es una corona grave

de sal para el labrador.

Trabaja y, mientras trabaja,

masculinamente serio,
se unge de lluvia y se alhaja

de carne de cementerio.

A fuerza de golpes, fuerte,

y a fuerza de sol, bruñido,

con una ambición de muerte
despedaza un pan reñido.

Cada nuevo día es

más raíz, menos criatura,
que escucha bajo sus pies
la voz de la sepultura.

Y como raíz se hunde
en la tierra lentamente,

para que la tierra inunde
de paz y panes su frente.

Me duele este niño hambriento
como una grandiosa espina,

y su vivir ceniciento
revuelve mi alma de encina.

Le veo arar los rastrojos,

y devorar un mendrugo,
y declarar con los ojos
que por qué es carne de yugo.

Me da su arado en el pecho,
y su vida en la garganta,

y sufro viendo el barbecho
tan grande bajo su planta.

¿Quién salvará a este chiquillo

menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo,

verdugo de esta cadena?

Que salga del corazón
de los hombres jornaleros,

que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros.
(viento del pueblo)

ACTIVIDADES DE COMPRENSIÓN LECTORA

A) PREGUNTAS
  • Copia en tu cuaderno y responde las siguientes preguntas:

1) ¿Qué estudios completó Miguel Hernández?

2) ¿Por qué tuvo que abandonar sus estudios?

3) ¿Qué significa que fue un autodidacta? ¿Cómo lo consiguió?

4) ¿Es más fácil ser autodidacta en la actualidad o en la época de Miguel Hernández? ¿Por qué?

5) ¿Qué tipo de obras literarias escribió Miguel Hernández?

6) ¿Qué diferencia hay entre los poemas del joven pastor y los del soldado poeta?

7) ¿Qué motivo dio pie a que escribiera las “nanas de la cebolla”?

8) ¿Qué crees que significan los versos: “ Una mujer morena….. se derrama hilo a hilo sobre la cuna”?

9) ¿Qué aspectos de la vida de Miguel Hernández evoca el poema “El niño yuntero”?

10) ¿En qué tiempo verbal está escrita la biografía? ¿Por qué crees que se usa este tiempo?

B) VOCABULARIO
  • Copia en tu cuaderno las siguientes frases, pero sustituyendo las palabras subrayadas por sinónimos:


 -No es bueno simultanear las tareas escolares con la Televisión.

-Miguel no desistió de su interés por la lectura.

-Muchos escritores firman con un seudónimo.

-Es bueno leer con asiduidad.

-El ladrón fue delatado por los vecinos a la policía.

-En el salón de actos se celebró un recital de poesía.

-Un famoso poema de Miguel Hernández evoca a los niños trabajadores.


C) RESUMEN
  • Resume en tu cuaderno, como subtítulos, las fases principales de la biografía de Miguel Hernández.

D) INVESTIGA UN POCO
¿Qué fue del niño de las nanas de la cebolla? ¿Qué familia de Miguel Hernández vive actualmente?

Puedes escuchar las "NANAS DE LA CEBOLLA" cantada por Joan Manuel Serrat.

Y también "EL NIÑO YUNTERO"